En algún punto entre el soul digitalizado, el dub ralentizado y la melancolía de una ciudad que siempre parece estar lloviendo, nació el trip hop. Y si alguien supo moldear su forma más elegante, introspectiva y violenta, fue la dupla Bristol–New York: Portishead y Massive Attack.
Comenzamos con Blue Lines baja la velocidad del pulso y nos lleva al origen. En este álbum fundacional, Massive Attack propone el mapa genético del trip hop: bajos gruesos, beats pegajosos, vocales que flotan y desaparecen como niebla en callejón. No se camina este disco: se hunde uno en él.
Luego, Roseland NYC Live, versión orquestada y rotunda de los clásicos de Portishead, donde la voz de Beth Gibbons se desgaja como seda húmeda entre contrabajos, scratches y timbres que parecen venir de otra época. Es el lamento de una máquina que se enamoró, un soul robótico que se detiene en cada suspiro.
EVENTO CERRADO